martes, abril 12, 2016

A-mar

Admito que me duele. ¿Cómo no va a dolerme que me aparte de esa manera? Tanto que repetía la falta de amor, cariño, abrazos y besos por su cuerpo. Le habían dejado una sequía, justo en el momento que ella más bailaba rogando lluvia y no lágrimas. Parece ser que me sobrepasé con mojarla. Para ella, fue demasiado tanto amor que decidió que me apartase unos momentos para tomar aire... 
Tiene sentido: es imposible respirar debajo del agua. Bueno, no para todos. Algunos tuvimos la capacidad de sobrevivir al naufragio que alguna tormenta, de otros tiempos, intentó acabar hasta con nosotros mismos. Nadamos con fuerza (y a ésta misma) para tocar tierra firme, entre ruegos buscando volver a sentir el sol en nuestro rostro, con la esperanza hecha sal en los labios que con fortuna volvería a ser todo éste un arrullo; sin sacudirnos sin querer de tal manera. Perdimos el aliento pero nos encontró tiempo después... llegó cuando las olas no volvieron a asustarnos. 
Tiene esa capacidad de calmarnos a lo lejos pero, cuando se tiene que vivir en ella, intenta abarcarnos. No todos tienen esa capacidad de tambalear, jugar y hasta luchar en una orilla. Tal vez ella siempre tuvo los pies en la tierra y nunca tuvo que soportar el movimiento de la arena. Probablemente le gusta humectarse con unas cuantas gotas, sin tener que sentir la dicha cuál Gene Kelly. O, en el peor de los casos, no tiene las agallas para a-mar.

Si es este último caso, es mejor zarpar Spiel. Por favor, eleva anclas cuando estas mismas quieran hundirte.

martes, febrero 02, 2016

No me lo creo

La miro y no me lo creo. Tiene una mirada como si penetrara cual fantasma por todas la barreras que he puesto en la vida. Miedo a creer, temor a soñar, caídas en falso, levantadas sin fuerzas... Todo aquello que nos sirve para ocultar quién somos. Esa definición que, con tantas vivencias, nos sirven más de excusas que de enseñanzas. Ella no. Ella se burla de eso. Ella simplemente me atraviesa y se ríe de todo aquello. Ve mi alma, juega con cada sentimiento y lo vuelve a poner en su lugar. Me ordena y me desordena y me vuelve a ordenar a su antojo. Me juré no volver a escribir la palabra 'suspiro' pero ella me ha despertado tantos que, es imposible no contarlos. Seis, siete por hora se van escapando y exhalo como si el aire se acabara porque su sonrisa abarca cada rincón de la habitación donde simplemente la miro. Y no me lo creo. Me he vuelto escéptico a las caricias porque tienen un camino y, cuando se acaba la piel, se desvanecen en el aire. Cada círculo en mi espalda o las letras que se graban en mis poros con la tinta invisible de los dedos, despegan cuando siempre hay un final. Los de ella se adentran en mi piel. Se burlan de la ciencia y, sin torpeza alguna, se echan un verso en mis nervios; convirtiéndose en juglares de sus mimos. Qué fácil es amar cuando se trata de ella.
Si en algún momento vuelvo a pararme en la negativa de la dicotomía ridícula, recuérdenme mirar alguna foto con su mirada enamorada y brillante... Así, no volveré a creer.
Es que no creer en este universo donde todo está dicho y hecho, sólo surge de ella; quien me demuestra que aún hay un amor por decir y, antes que cualquier otra cosa, por hacer. Eso último que me incumbe: no me lo creo.

viernes, enero 15, 2016

Ensayo de la Felicidad P.1.

La felicidad tiende a convertirse en una meta. Es estúpido, lo sé. Se ha dicho tantas veces que <> o <> que se convierte en el punto de llegada de la vida. ¿Qué necesito para morir en plenitud? La felicidad. Así que empezamos a ser felices porque si, porque no, porque toca, porque si sonrío logramos que el cerebro emule la felicidad... La felicidad se convierte entonces en una necesidad y, bien es sabido, la necesidad no viene sola: de la mano siempre viene la frustración. Una cadena de hierro repleta de miedos, envidias, celos, preguntas inconclusas y conclusiones estúpidas suena cada vez que camina dicha frustración. Viene lerda, con paso perezoso, como todas las necesidades innecesarias. Así es, la felicidad para este escritor no es una meta... ¿Por qué habría de serlo?

Ser feliz no viene un intrínseco en el ser humano. Pregúntenle a Edgar Allan Poe. Bueno, está un poco complicado. Pero bien es sabido que jamás tuvo un momento de felicidad en ebullición al éxtasis. En ninguna foto se presenta con una carcajada o echando un chiste. La felicidad era un regalo que simplemente nunca estuvo a su nombre o, sí se lo dieron en algún cumpleaños, no lo invitaron. Poe la tenía clara: "It is a happiness to wonder, it is a happiness to dream". En otras palabras, la felicidad viene de lo que deseamos y soñamos. A este rato, vinimos a vivir y a soñar.

Así dejo entonces escrito que la rabia que tengo conmigo, no es por lo que tanto que nos han publicitado de la felicidad. Más bien, viene de aquellos momentos en los que fui feliz, soñé, tuve esperanza y simplemente terminó. Empecé a creer que la felicidad era simplemente algo que tenía final o que tenía que ser la responsabilidad en las manos torpes de alguien más. Luego, mientas más evolucionaba ese desastre, comencé a arrodillarme a la creencia ridícula de que no merecía ser feliz. Fue así como en meses anteriores empecé a llorar. Ojo, no lo tomen como si me hubiera echado a la pena; simplemente empecé a sentir la frustración pero desencadenada. Venía libre, torpe, pisoteando fuerte y atormentando mi espacio. La miré hasta que se enlagunaron mis ojos. Cuando la mirada intentó nadar en el río de mi lagrimal... me entregué a soñar; como cuando se sueña justo antes de morir (aunque ahí recapitulamos en un sueño pero ese es otro cuento). Rogué, antes de perder la fe, que me devolvieran la creencia de que alguien pudiera quitarme el aliento. Cedí mis últimas plegarias a los dioses y dejé la ternura en un cajón sin llave.

Me transformé en un zombie sin querer, trastabillando en busca de un cerebro delicioso para alimentarme. Cualquiera bastaba. Cualquiera servía. Cualquiera me haría feliz porque la felicidad ya no era un sueño... era una lucha que yo estaba dispuesto a perder.

Indigno de la felicidad, me empecé a creer el cuento... por esto quiero que entiendas que a mi no me han dado tantas dichas. Y no leo mucho desde entonces.

Te soñé, te encontré, me vi en ti y te vi en mi. Fui feliz. Ahora la fe me pregunta si lo merezco.

Le voy a responder mañana cuando la felicidad me destruya la boca en un beso de los dos y me diga: "Si ve que si se lo merece...?"

martes, mayo 26, 2015

Deudas

Iba a ir por mi dignidad, pero sigo reportado en Datacrédito...

sábado, mayo 23, 2015

Descripción #1

Mi vecina me llama desde la ventana. Cree que estoy trabajando y sonrío. Si tan solo supiera que estoy escribiendo de ella... Ahora un hombre (que por dentro ruego que no viva con ella y le de el mismo título) sube 7 tonos y medio para airear un "vecino". Debe ser el alcohol hablando o su aburrimiento a altas horas de la noche. No lo sé. Esto es solamente un ejercicio de escribir lo que sucede en el edificio cuando todos deberíamos estar durmiendo. Algunos murmullos caen por la ventana entre abierta. Son del piso de arriba. Me da un poco de nostalgia porque perdí la oportunidad de embarcarme en una aventura con ellos... Quién sabe qué hubiera pasado si les hubiera respondido su llamado. Nuevos amigos? No creo que para tanto pero al menos este escrito no se estaría desarrollando. Quito mis ojos de la pantalla por unos segundos para abstraer con mis ojos lo que sucede en su apartamento. La cortina entre abierta o una especie de espejismo en tela cubre la posibilidad de analizarlo. El techo es blanco como el mío. Cambio el juego para tratar de hacer este escrito y momento más ameno: contaré las voces y las catalogaré. Me detengo para buscar los cigarrillos. Lo enciendo y mientras inhalo cuelgo la primera voz. Es gruesa como de un hombre flaco pero alto. Tararea una canción y se suma otra voz: es una mujer haciendo el esfuerzo de demostrar sus talentos de ducha. Sonrío. "Detrás de mi ventana" cantan a unísono. Ahora, otra voz de mujer se asoma hacia el abismo y canta para que la escuche. La ignoro porque me anima el juego. Esta nueva voz femenina suena a niña que estudió una carrera que sus padres le aconsejaron u obligaron. Tiene ese sonsonete identificable. La cuarta voz se ríe y es tan gruesa que se nota hasta fingida. Cuento 4 personas en ese apartamento y me doy cuenta que están buscando entretenimiento con lo que esté a la mano. Yo tengo este escrito... pero ya se me torna aburrido. Decido terminarlo. Espero un poco y siento alguien cerca a la ventana. Vuelvo a elevar la ventana pero no hay nadie. Supongo que es hora de terminar, de nuevo. Y así, descubro que los viernes en casa no son tan malos; siempre y cuando cuente con una invitación por parte de mis vecinos y su manera ridícula de pasar los suyos.
A punto de poner el título, alguien 'shishea'... Creo que me leyeron. Si, lo hicieron. Pusieron "El Taxi"; pero hoy no voy a bailar. Gracias.

sábado, mayo 16, 2015

¿Qué hacer con ella(s)?

Las amarro y las pongo en la mesa de noche. Dudo si guardarlas en el pequeño cajón, pero me da ese tipo de escalofrío que sólo ocurre cuando se tiene incertidumbre al olvido. ¿Y si no las encuentro mañana? Nada valdría esta pena. Ya entendí a las malas que tenerlas sueltas recorriendo cada rincón de mi cuarto, jugando con mi teléfono y mi cabeza, mirando sus fotos... Me encanta recorrer una a una, viendo pedazos de ella. De su vida. Cada fotografía le da ilusiones a mis dedos con poder tocar la pantalla anhelando que ésta sea, de una buena vez, su mejilla. O su boca. Cualquier parte de su cuerpo quitaría esta maldición que unos largos kilómetros me han puesto. Un beso sería el antídoto perfecto, pero sé que debo tener mucho cuidado con los fármacos. No puedo excederme y toda cura tiene efectos secundarios. Al igual que la fantasía, podría enloquecerme o contraer una enfermedad sicológica; autismo por ella es un buen ejemplo.

Las dejo entonces encima de un cenicero. Me da miedo que manchen la madera con las lágrimas o dejen una quemadura cuando se pongan muy intensas. Quietas y medio dormidas, se quedan indiferentes. No es la primera vez que lo hago, por eso no les incomoda el nudo ciego que les he impuesto. Saben que no son prisioneras y que el cordón delgado no es un castigo. Por eso se dejan someter a mi necesidad de silencio, porque la espera hace mucho ruido y esto las alborota en la fina línea de la cordura.

Apago la luz. Les doy mi espalda y trato de descansar. Desde que aprendí a soñar despierto, dormir ha sido una inmensa quimera. Más aún con ellas, que sin ella, no encuentran calma. No nací con la mente estratega, así que la astucia tropieza a gatas cuando trato de buscar soluciones. Me estoy quedando corto y ellas lo saben. Por hoy, ha funcionado... pero me es imposible seguir así. 

Necesito saber qué hacer con estas ganas que me ha dejado ella. 

miércoles, abril 29, 2015

Ni de la tuya

Me iré a dormir porque no queda de otra. Me arroparé con estas ganas de ver el amanecer y simplemente voy a cerrar los ojos. La parte difícil será cuando millones de recuerdos y especulaciones (si, ambas aparecen cuando es por intento y no por certeza) vayan retumbando en mi mente. Siempre he creído que es por la oscuridad. Cuando no entra luz por las pupilas, toda la cabeza apaga la oportunidad de caminar bien por ella. Debe ser por eso que se arma tanto alboroto. Esa, seguramente, va a ser la parte más complicada. Es como querer sacar de la casa a un montón que quiere seguir de fiesta. Si es a gritos, otros gritarán. Si es en silencio tratarán de ir bajando el volumen, pero el volumen de un recuerdo borracho es bastante ruidoso. Por lo general, así se lo pasa mi pasado y mi futuro: emborrachándose en el presente. Gracias al cielo no tienen tu foto. De seguro, con ella en mano, seguirían hasta que se asome la aurora. Menos mal, como yo, no tienen de otra. Ni de la tuya.

Análisis escrita en una hoja de papel transformada en dedicatoria dentro de un libro. Este último se llamaba "Técnicas para soñar sin morir en el intento".